1. Neymar dependencia ofensiva
Neymar estaba
solo en el Mundial. Cuando cayó lesionado, a Brasil se le fundieron los
plomos. Scolari fracasó en su intento de crear una guardia colegiada que
sacara responsabilidad al blaugrana. Tal vez, lo consiguió dentro del
vestuario con Julio César, Thiago Silva, David Luiz y Fred, pero dentro
del campo, el ‘Mohicano’ era la estrella solitaria.
2. Un equipo con encefalograma plano
Scolari
convocó mal. Su intención era que Bernard (Shakhtar) y Willian
(Chelsea), con un perfil mucho más técnico, fuesen los suplentes de lujo
y que salieran para romper el partido. A la hora de la verdad no
funcionó. La única magia la aportaba Neymar. La torcida no entiende por
qué el técnico gaucho no llamó a Robinho, que se entiende a las mil
maravillas con Ney como se demostró en su etapa en el Santos en 2010 y
en los amistosos contra Honduras (5-0) y Chile (2-1) de noviembre de
2013. Tampoco quiso recuperar a Ronaldinho Gaucho, expulsado de la
canarinha tras haberse presentado perjudicado y tarde en un amistoso
contra Chile disputado en abril de 2013 en Belo Horizonte.
3. La Confederaciones como punto de llegada
Felipao
tuvo el mérito de formar un equipo ganador en seis meses, que jugó a un
altísimo nivel la Copa de las Confederaciones 2013 y la ganó,
aplicándole un severo correctivo a España (3-0) en la final de Maracaná.
Scolari se enquistó. Definió que aquel sería el equipo titular para el
Mundial. No lo hizo evolucionar, ni creó competencia. El factor sorpresa
desapareció por completo. Todos los rivales conocían las virtudes, sus
automatismos y qué tenía que hacer para frenarlo. La Seleçao se
convirtió en un equipo previsible, errático y sin variaciones. El
conservadurismo táctico se impuso. Y lo peor, Brasil fue incapaz de
ofrecer las mismas prestaciones de un año atrás, ya que individualmente,
con excepción de Neymar, Thiago Silva y David Luiz, estuvo un peldaño
por debajo.
4. Balonazos, el recurso primitivo
Felipao
pretendió ganar el Mundial sin un ‘10’ creativo, que llevara la batuta,
y asistiera a Neymar y a Fred. El papel estaría reservado para Oscar,
pero el jugador del Chelsea acabó ofuscado. Scolari lo colocó siempre en
una banda, donde no creó casi nada. Eso sí, hasta las semifinales quien
más balones había recuperado de todo el Mundial. En la filosofía
‘scolariana’, para buscar el tan anhelado “equilibrio” sacrificó uno de
los centrocampistas más defensivos para hacer un trabajo ‘sucio’, de
músculo. Otras opciones para 10 habrían sido jugadores como Kaká, que sí
que estaba para media hora para desatascar partidos, Ronaldinho Gaucho,
o, incluso, Paulo Henrique Ganso, excompañero de Neymar en el Santos.
5. Sin debates no hay competencia
Los
meses previos al Mundial de 2002, Scolari vivió bajo un aluvión
permanente de críticas. Cuando dejó a Romario fuera de la lista, incluso
intentaron agredirlo en las calles de Río de Janeiro. Escarmentado, 12
años después, el técnico gaucho, de nuevo en el comando de la canarinha,
evitó la convocatoria de jugadores que podrían haber fomentado la
competencia, pero que, al mismo tiempo hubiera creado mucho ruido
mediático. Este son los casos de Felipe Luiz, en el lateral izquierdo,
Danilo en el derecho, Miranda como cuarto central, Robinho, Ronaldinnho o
Kaká como ‘10’, o Luis Fabiano, como reserva de Fred. La Seleçao dominó
la sala de prensa y la zona mixta, pero no el terreno de juego que es
lo que valía. Jo, Henrique, Maxwell o Hernanes son jugadores que no
tendrían que haber sido convocados nunca.
6. Scolari, una caricatura
A
Scolari ya hace años que se le pasó el arroz. El papel del ‘tío
bonachón y dicharachero’ que creó y con el cual se ha llenado los
bolsillos haciendo mil y un spots antes del Mundial se lo ha acabado
comiendo durante la competición. El motivador, temperamental y paternal
de 2002 ha dado paso a un entrenador con ideas obsoletas, que creía que
podía llevar la Seleçao a base de conversaciones motivacionales. Pero
cuando se ha encontrado con dificultades no ha conseguido revertir la
situación.
7. Mucho relax y poco entrenamiento
Brasil
ha entrenado poco y mal. La coartada es que los jugadores llegaron
‘quemados’ de la temporada europea. Durante el tiempo que ha estado
concentrado en la Granja Comary, la Seleçao ha estado mucho tiempo en el
gimnasio, en la piscina, haciendo terapia con la psicóloga… y cuando ha
pisado el césped no se ha trabajado nada tácticamente. La obsesión de
Felipao era el balón parado. Un argumento demasiado rácano para la
historia de la canarinha.
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